Hoy vuelvo a enlazaros con Arturo Pérez Reverte, que ya le vimos por aquí con la Carta a un imbécil (cualquier día me crujen con los derechos de autor). Por si no le conocéis ha sido un periodista de los de verdad, que ahora se dedica exclusivamente a la literatura, y desde luego leerle te remueve los cimientos. Aunque a veces no esté de acuerdo con todo lo que dice, con Zapatero te pasaste machote, es de alabar que no se muerda la lengua y escriba este tipo de cosas.
Ni él, que es una persona bastante reconocida en la sociedad, no tanto como CR7 pero debería serlo más que el chulo-piscinas, se libra de los cafres al volante. Os recomiendo encarecidamente su lectura, para que no os convirtáis en “El cretino de la curva”:
Ayer por la tarde estuviste a punto de matarme. Cabrón. Un descuido trágico puede tenerlo cualquiera, por supuesto. Pero ése no fue tu caso. Tomaba tranquilamente una curva cerca de mi casa, a poca distancia del puente de piedra y el bar de Marcelino, y apareciste de frente con tu Seat Ibiza negro -creí ver que estaba tuneado, pero no me dio tiempo a confirmarlo-, a más de cien kilómetros por hora en un lugar señalizado para sesenta. Ignoro el motivo de que pisaras la continua. Quizá la música que tal vez llevabas a toda pastilla te ponía caliente, haciéndote perder el sentido de la realidad de las cosas.
Quizá atendías por el teléfono móvil una llamada de tu churri, o estabas presionando el encendedor del coche para encender un pitillo. Puede ser, también, que la velocidad excesiva te hiciera perder un instante el control en la curva; aunque imagino que, tal como eres, esto último no lo admitirías nunca. Igual que tus coleguis y todas tus perras castas, tonto de mierda, te consideras un virtuoso del volante y rey indiscutible de esas carreteras por las que siempre circulas por encima del límite, pegado al guardabarros del coche inmediato y adelantando por la derecha.
El caso es que ayer por la tarde, figura del asfalto, pasaste más de un metro la continua y me viniste encima por el morro. Te encontré de pronto delante, tan cerca que tuve ocasión de ver tu careto: unos treinta años, cara de cenutrio bajuno, pelo muy corto y flequillo engominado en forma de cresta. Para resumir, uno de esos pavos que tecleas en Google las palabras macarra, bajuno y poligonero, y salen tu foto de carnet y la de la madre que te parió. Te asustaste, confiésalo, porque pegaste un volantazo mientras chirriaban tus neumáticos; y entre eso y mi desesperada maniobra para eludirte hubo tiempo de que volvieses a tu carril, pasando a dos metros de mi faro izquierdo.
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Aquí solo está una parte, ya que leyendo el Aviso Legal me puedo meter en un lío. Para seguir leyendo os enlazo en la fuente con su página personal para que la leáis completamente y aprendáis alguna que otra lección.