Hay ocasiones en las que las marcas quieren demostrar lo que son capaces de hacer, creando un automóvil único, singular, un producto completamente único. Sin embargo, no todos los frutos de este tipo de productos llegan a pisar las calles, pues en muchas ocasiones las marcas simplemente se decantan por hacer un prototipo sin planes de producirlo en serie. Si nos ponemos a buscar ejemplos seguro que acabamos aburriéndonos, nos obstante, de vez en cuando está bien recordar alguno de ellos, como el inigualable Chyrsler Phaeton.
No penséis que Chrysler le plagió el nombre a Volkswagen, pues lo cierto es que el Phaeton de Chrysler se presentaba unos años antes que la berlina germana. Concretamente en 1997, cuando sorprendía a todo el mundo definiendo la máxima expresión del lujo americano. Y la más clara muestra de ello era sin duda alguna el concepto de automóvil en el que estaba inspirado. Pues el Phaeton le hacía un guiño al Chrysler Phaeton Newport de 1941, un coche señorial de antaño, del que aparte de adoptar parte de su nombre, también adoptaba elementos como un pequeño cristal que separaba las plazas delanteras de las trasera, para que el “señor” viajase con más intimidad.
Pero su estilo clásico y su característico diseño, no eran los únicos elementos que destacaban, y con fuerza, en este singular concepto. Pues el Phaeton era una berlina de cuatro puertas y de tracción trasera que nos permitía conducir a cielo abierto, ya que poseía un techo duro retráctil eléctrico que se guardaba en el maletero. Sin ir más lejos, debajo del capot escondía un V12 de 5,4 litros de 425 CV de potencia, que surgía al combinarse dos V6 de 2,7 litros de origen Chrysler, al que acompañaba una caja de cambios automática de cuatro velocidades.
Y si viajásemos atrás y no nos fiásemos de nuestro chófer, no habría por qué preocuparse, pues éste no pondría mentirnos sobre la velocidad, ya que en la parte trasera el Phaeton también se contaba con un velocímetro para que los dos pasajeros que dan cabida sus plazas traseras, puedan estar informados de la velocidad. Y todo este “mastodonte” americano se sostenía sobre cuatro llantas de 22 pulgadas cada una, de un diseño acorde con el del coche.
En Chrysler estaban mas que orgullosos de él, el mismo presidente de Chrysler, lo definía entre una unión perfecta entre pasado y presente. Como curiosidad, se podía conducir en el videojuego Gran Turismo 2, aunque sólo se podía conseguir ganando un evento.
Fuente: Conceptcarz