El final del Mundial de Fórmula 1 2012 está dando demasiado que hablar. Que nuestro querido piloto suizo español, Fernando Alonso, haya perdido el mundial parece haber dolido a un gran sector de la afición española a la Fórmula 1. Disculpa, ¿he dicho afición? Perdona, quería decir hooligans con menos luces que un ciclomotor.
Hasta la bandera, nunca mejor dicho, estoy de las críticas hacia Vettel o Red Bull sobre que si amañan las carreras, que si hacen tácticas de equipo ilegales, o la gran polémica del adelantamiento de Vettel bajo la supuesta bandera amarilla. Si toda esa gente supiese responderme a qué significa cada bandera, y cuántas banderas hay, los haría caso, mientras tanto simplemente me producen ardores.
La FIA expresó su opinión no oficial hace unos días instando a Ferrari a que mandara un escrito si creían que había irregularidades. Estas declaraciones, junto a la presión en redes sociales y medios deportivos arcaicos españoles de pro, hicieron que Ferrari mandara un escrito a la FIA quejándose de esas banderas.
Un verdadero aficinado no hubiese discutido esa decisión porque sabe perfectamente como funciona la Fórmula 1, y que bajo este funcionamiento Vettel y Red Bull son los campeones. El coche de Adrian Newey es completamente imbatible, y Vettel es un piloto que sabe marcar la diferencia, así que es un justo vencedor. No podemos proclamar ganador a Alonso, que a pesar de ser un grandísimo piloto, Ferrari no se merece el mérito de llevarse ningún título por la tartana de vehículo que le han dado al asturiano. Y fin de la discusión.
Pues con tanta polémica el que ha saltado a la palestra ha sido Bernie Ecclestone. El mandamás de la Fórmula 1 no está contento con las declaraciones de Ferrari, y escudándose en que la FIA ratifica oficialmente que el adelantamiento es legal, calificando el escrito de la Scuderia como tardío y directamente de broma.
Carpetazo al asunto, y que no se le caliente la boca a nadie más que no nos salvan a HRT entonces.