Los coches eléctricos no son, ni mucho menos, una novedad de nuestro siglo. Desde sus inicios, el automóvil ha tenido sus coqueteos con la electricidad, y aunque pueda parecer que no, existen muchos ejemplos de ello. Ejemplos que no se remontan únicamente a los inicios, sino también a tiempos más recientes, como la década de los noventa. A finales de los noventa, se lanzaba al mercado la primera generación del Toyota Prius, un modelo que por entonces a penas tendría protagonismo, pero que actualmente, es uno de los modelos más rentables de la marca japonesa.
Pero el Toyota Prius no es nuestro protagonista de hoy, ni siquiera un modelo de la firma japonesa. El protagonista de hoy es el Peugeot 205, y su variante eléctrica, que sorprendentemente, existió. Como hemos dicho más arriba, durante el siglo pasado fueron muchas las marcas que investigaron la relación del automóvil con la electricidad, y una de estas marcas fue Peugeot.
En el año 1990, Peugeot usaría como “conejillo de indias” a uno de los modelos más populares de su gama por aquel entonces, el 205. Al pequeño urbanita se le dotó de nada más y nada menos que 12 baterías de 6 V, que se ubicarían en la parte delantera del vehículo, para que el peso estuviese equilibrado. De este modo, el 205 eléctrico reflejaría un peso total de 850 kg.
Gracias a este conjunto y al buen reparto del peso, el 205 eléctrico podía ofrecer una autonomía de hasta 200 km a una velocidad de unos 40 km/h. Si la velocidad era de unos 70 km/h, su autonomía se reducía hasta los 140 km, unas cifras que para su época, no estaban para nada mal. Pero el 205 eléctrico nació en una época en la que los eléctricos no estaban tan bien mirados como en la actualidad, y ni él ni su sucesor, el 106 eléctrico, llegaron a ser más que unas “mulas de prueba”.
Fuente Carscoop