A finales de los ochenta, Renault presentaba en forma conceptual, un descapotable biplaza que no tenía ni techo ni ventanas. A pesar de que ese prototipo llevaba un nombre que poco más tarde de usaría para un modelo de otro tipo, el concepto en sí se utilizó para dar lugar a un modelo muy especial que sorprendería al público en la década de los 90.
Tras un largo desarrollo y la colaboración con otras empresas, nacía el Renault Spider, un pequeño descapotable biplaza que destacaba principalmente por no tener parabrisas, y por ubicar su motor tras los asientos. Pero aún más sorprendían sus datos; 930 kg. de peso, y un motor de cuatro cilindros y 2 litros que desarrollaba una potencia total de 150 CV.
El Spider se presentaba en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1995, dónde mostraba ser un automóvil nacido únicamente para transmitir emociones al volante. Dejaba de lado todo el equipamiento que fuese sinónimo de confort. Es por ello que carecía de dirección asistida y calefacción. Tampoco tenía ABS, pero no por ello dejaba de ser seguro, pues equipaba una robusta barra antivuelco que protegía a sus ocupantes en caso de que ocurriese un accidente de este tipo.
Dada sus características y su estética, estaba más que claro que el Spider no nacía para ser un modelo líder en ventas. De hecho, tan sólo se fabricaron un total de 1.726 unidades del Spider, que se comercializaron hasta el año 1999. En la actualidad es un modelo del que a penas se habla, y el cuál se ha dejado ver en poco más de un par de videojuegos de carreras. Para que podáis conocerlo un poco más aún, os dejaremos a continuación un vídeo promocional en el que podréis ver hasta su estructura interior. Es una pena que no se recuerde tanto a este modelo que tan bien reflejó el espíritu deportivo de la marca en aquella época.