Además de ser un automóvil más que característico, en la película se dice que el modelo en sí es el que perteneció nada más y nada menos que al inigualable actor Steve McQueen. ¿Pero eso es cierto?, pues siento deciros que no, pues una película es una película, y joyas de este tipo es difícil que se dejen ver así como así. Pero este Ferrari en particular se haría aún más de rogar para aparecer en una película, y en Motor Digital os vamos a contar por qué.
A los que hayan visto la película, seguro que se les quedó la mosca detrás de la oreja, pero seguro que lo primero que pensarían es “ya me gustaría tener a mí ese Ferrari”. Y es que no podemos negar la belleza indescriptible que refleja el 250 GT Berlinetta Lusso. Pero centrémonos en el tema principal, ¿por qué el Ferrari de la película, no es el Ferrari 250 GT Berlinetta Lusso que perteneció a McQueen?.
Pues para empezar porque el modelo que perteneció a McQueen es de color marrón, y no rojo como el de la película. Además, dicho modelo fue subastado hace unos años, y el afortunado comprador decidió no revelar su identidad, adquiriendo el vehículo de forma anónima. Hay una razón más por la que se sabe que ni siquiera es un Ferrari 250 GT Berlinetta Lusso original, pero para ello tendréis que ver la película.
Como curiosidad, esta belleza la encargó el carismático actor norteamericano para regalársela a su primera esposa, Neile Adams. Este Ferrari después de pasar por las manos de McQueen tuvo varios dueños, hasta que en 1997 lo adquirió un coleccionista que lo restauró, empleando en dicha restauración más de 4.000 horas de trabajo.
Desde entonces el coche se estuvo exhibiendo, hasta que la empresa Christie´s lo subastó en 2007, siendo como os hemos dicho, adquirido por un comprador anónimo que entregó por él nada más y nada menos que 1,7 millones de dólares.
Fuentes: Autoblog / 20 minutos