Las leyes de EEUU son irrisorias, lo mismo te prohíben practicar sexo anal (y es cierto), que te destruyen el coche o vas a la cárcel. Para lo del coche se tienen que dar unas ciertas circunstancias, que nuestro amigo (y le acompañamos en el sentimiento) Justin Beno no cumplió a rajatabla.
Aquí es dónde entra la afición por una gran película, palomitera eso sí pero magnífica, y su relación con los coches. Y es que Justin adquirió el Nissan R33 GT-R que protagoniza la película The Fast and The Furious, A Todo Gas en español y la primera película de la saga que va por la quinta película y llegará a las siete.
Como buen aficionado intentó proteger la montura original de la película y, también por diversos fallos mecánicos en el modelo original del film que contaba con 600 CV, decidió comprar otro R33 GT-R para calmar el “gusanillo”. Este otro tenía menos potencia que el protagonista de la película, pero tampoco eran moco de pavo sus 500 CV. Ahora bien, y aquí llegan los problemas, ambos modelos son JDM, lo que quiere decir que, son japoneses y llevan el volante a la derecha.
El principal problema es que ambos coches carecían de identificación VIN (número de bastidor), y eso para los americanos es un delito gravísimo (nótese la ironía). Cuando las autoridades se dieron cuenta, fueron a la caza y captura de Justin, y en 2010 se celebró el pertinente juicio con las dolorosas consecuencias. Le dieron a Justin dos opciones, o un año de cárcel o achatarraba los dos modelos. Ahí es dónde nosotros hubiésemos ido a la cárcel tan agusto, pero Justin debe parecerse a su primo y decidió que era mejor que achatarrasen los modelos. Por el negro, apodado “GodZira” casi que hubiese pasado sin pena ni gloria, pero por el gran “Big Bird” protagonista de la película hubiese sudado sangre con tal de mantenerlo con vida.
Lástima que se tuvieran que achatarrar por culpa de algún resentido en contra de los deportivos.