Ayer ya os conté la primera parte de este pequeño lío con el coche de prueba que hemos tenido. Apenas llevábamos 2 horas con el Toyota completamente nuevo y ya se le estaba llevando la grúa. En estos casos es mejor reír, que llorar.
A la mañana siguiente fuimos a primera hora al concesionario de Toyota para pedir explicaciones. No es lógico ni normal que un coche con 97 km, como se aprecia en la fotografía, esté en el taller de reparación de la marca porque no arranca.
Los comerciales no se lo podían explicar, no sabían que decir. Tras comentarles lo que pasaba, buscaron la primera solución para echarnos las culpas a nosotros. Según ellos “habíamos echado gasolina en vez de gasoil”, e incluso se pusieron a oler el depósito cual perro de caza para confirmarnos con su olfato que habíamos repostado gasolina.
Simplemente aclararos que la motorización es diésel, y los 80 € que costó llenar el depósito fueron de tinta de calamar, es decir, gasoil.
Instaron al mecánico, que tampoco se creía lo de que hubiésemos repostado gasolina, a hacer una prueba como si de un CSI se tratase para averiguar si era gasolina o gasoil lo que había en el depósito. Menos mal que el chico pasó del tema y trajo el lector de OBD para averiguar si había algún fallo en la gestión electrónica del motor. Por cierto, de esta prueba salió limpio. Le pedimos al mecánico que calase el coche e intentase volverlo a arrancar, y lo hizo sin más problemas. ¿Entonces dónde estaba el fallo?
Y aquí es dónde voy a perder un poco de credibilidad, pero en mi defensa diré que de los 4 años de carnet que tengo, sólo el coche de la autoescuela tuvo este sistema de seguridad. Y, resulta que, para poder arrancar el coche hay que hacerlo pisando el embrague. Haya marcha engranada o no. Nuestra cara de imbéciles llegaba hasta el suelo.
Pero, pensándolo bien, ¿tenemos nosotros la culpa? No. Primero, los comerciales no nos dijeron cómo se arrancaba el coche, lo sacamos en marcha del concesionario y la vuelta que dimos con él fue lo justo hasta la gasolinera. Y segundo, ni ellos mismos lo sabían, porque querían hacernos pasar como tontos culpándonos de haber repostado gasolina en vez de gasoil.
Ahora más de uno habrá llegado hasta aquí echando pestes de Toyota, cuando en realidad es la deficiencia de sus comerciales de ventas los que habrían hecho perder la imagen de fiabilidad a la marca.
Juan says
Yo a veces no me explico a quién meten a trabajar de comerciales, porque estas cosas pasan muchas veces. Me da pena como en muchas ocasiones meten personal que venden por vender y que no se molestan en informarse sobre los productos que venden.
Por muchos estudios que pueda tener un comercial, como no sepa de coches o le guste lo que está vendiendo, mejor que se vaya a vender otra cosa.
Me alegro que todo se haya solucionado, ya la espera de esa prueba 😉