No hace tanto tiempo, en Estados Unidos tener un Cadillac era un auténtico símbolo de estatus social. Los Cadillac, también llamados “caddy”, eran el auténtico coche de lujo norteamericano, y el que tenía uno era una persona con un gran poder adquisitivo, que por supuesto, quería demostrarlo con su coche. Desde carismáticos descapotables a señoriales berlinas, Cadillac ha sabido darle siempre al público norteamericano lo que quería, labrándose una imagen inigualable, que durante muchos años le ha otorgado el primer puesto de marcas premium en la tierra del tío Sam.
Pero para la desgracia de General Motors, Estados Unidos tiene un mercado muy competente y muy variado, y con el paso de los años el fiel público de Cadillac, ha ido dándole una oportunidad a otras marcas premium que poco a poco le han ido quitando clientela a Cadillac. La mayor parte de estas marcas premium proceden de Europa, siendo las principales de ellas Audi, BMW y Mercedes-Benz. En especial es Mercedes-Benz la que cosecha un mayor número de ventas, pues el año pasado consiguió vender en Estados Unidos un total de 261.573 unidades, consiguiendo así ser la marca premium más vendida de Estados Unidos.
En General Motors no quieren seguir aguantando esto, y por eso quieren poner todo su empeño para recuperar ese porcentaje de clientela que prefiere decantarse por un prmeium europeo, o incluso japonés, porque en Estados Unidos Infiniti y Lexus también gozan de un gran protagonismo.
Sus mayores esperanzas ahora mismo son el nuevo ATS, el renovado XTS y el mejorado CTS, con los que esperan a toda costa poder hacer sombra a la competencia europea y japonesa. En cuestión de cifras, Cadillac necesita crecer más de 67% en los años venideros, para así conseguir su objetivo de volver a ser la marca premium líder en su tierra natal. Un crecimiento muy difícil de alcanzar, ¿pero quién sabe?, si estos tres modelos consiguen demostrar con creces su valía y la mayor parte del público ponen sus ojos en ellos, quizás no esté tan lejos el objetivo de Cadillac.