La Fórmula 1 se ha vuelto bastante aburrida, de hecho lleva más de una década así. Desde que Ferrari y Michael Schumacher dominaron el mundial durante tantos años consecutivos, la Fórmula 1 perdió ese fuelle de inquietud y sorpresa que daba en tiempos del gran Ayrton Senna.
Durante los últimos tres años el dominio de Red Bull ha sido aplastante, y ni el todopoderoso Fernando Alonso ha sido capaz de superarlos. Y lo digo bien y con toda la razón del mundo, porque aunque los seguidores españoles de la Fórmula 1 sólo tengan en el asturiano el único piloto válido para ganar el mundial, y los medios de comunicación deportivos españoles hagan lo propio para aumentar el fenómeno del cabezón, el asturiano es todo un genio al volante.
Pero está Red Bull, el equipo imbatible, y está Vettel, que ha sido la estrella del equipo austríaco aún denostando a su compañero australiano y se ha llevado todos los alagos posibles, además del tricampeonato.
El que es un buen aficionado a la Fórmula 1 sabe ver que entre los coches del mismo equipo no suele haber mucha diferencia, en una categoría en la que cada equipo monta su propio coche, mientras que en categorías más igualadas a base de reglamentazos por parte de la FIA sí podemos encontrar más diferencias entre los pilotos del mismo equipo. Entre Vettel y Webber apenas suele haber diferencias, aunque casualmente siempre se decantan a favor del alemán.
Eso hace que en España sólo se le busque “algo” especial al coche de Red Bull, incluso apostando por soluciones ilegales adoptadas por el equipo de las bebidas energéticas. Sin embargo, sólo con un poco de razonamiento, podemos ver como Red Bull no sólo no tiene nada ilegal, ya que para eso está la FIA con sus inspecciones y sus reglamentos prohibiéndolo todo.
¿Pero cuál es el truco de Red Bull para ganar con tanta facilidad? La solución de Race Car Engineering pasa por un sistema de control activo de tracción a través del KERS y las suspensiones, y en este artículo de Autoblog lo explican perfectamente. Espero que a partir de ahora no vuelva a encontrarme con ningún fanático cegado que tampoco le apetezca ver la realidad. Aunque creo que será imposible.