La muerte del actor Paul Walker traería este tipo de oportunismos y es que cuando alguien famoso muere automáticamente todo lo que haya tenido relación con él se revaloriza. ¿Por qué? Pues son cosas que nunca entenderé ya que para mí “X” cosa no vale más porque haya sido propiedad de “X” persona famosa de turno. Puede hacerme algo de ilusión, pero para nada merece la pena gastar dinero en este tipo de objetos.
Un fan de la saga de películas A Todo Gas adquirió en su día el Nissan Skyline GT-R que utilizó Paul Walker para reaparacer en la cuarta entrega de la saga, Fast & Furious, que no hay que confundir con la primera que se titula de una manera muy parecida, The Fast and The Furious. Ahora, tras la muerte del actor en el accidente de tráfico, el fan quiere hacer negocio con el coche y pretende convertirse en el GT-R más caro de la historia poniéndole un precio de 1 millón de euros.
A parte de la aberración que me parece pagar ese dinero por un GT-R, que no digo que por calidad en pista no lo valga, ni si quiera es un GT-R R34 real. En los extras de la cuarta película los encargados de los coches a utilizar en la película explicaban que por cuestiones de presupuesto y de maniobrabilidad no utilizaron un GT-R real, puesto que costaban alrededor de los 80.000 $ y son tracción a las cuatro ruedas, mientras que sí utilizaron la versión GT-T, de tracción trasera que facilitaría los derrapes a los especialistas y apenas costaban 12.000 $.
Este señor está inflando el precio mil veces de lo que realmente costó a la productora, tiene mérito que alguien lo compre.