La Fórmula 1 vuelve a las andadas, vuelve a ser aburrida. Lo de Bahréin fue un espejismo que Mercedes no ha querido repetir para no romper más marcapasos y en China se aburrió hasta el director de carrera. Tanto es así que cometió un fallo y sacó la bandera a cuadros una vuelta antes de tiempo, pero es lo de menos.
Volvemos a los monopolios que han dominado la Fórmula 1 desde Schumacher, temporada nueva en la que un equipo da en el clavo y todos los demás a remolque toda la temporada. Este año la suerte ha ido a parar al box de Mercedes AMG.
Lewis Hamilton ha conseguido la 3ª victoria consecutiva en este último GP de China, seguido por su compañero Nico Rosberg líder afianzado del mundial, sólo alcanzable por su propio compañero. Ya se dejan de humildad en las entrevistas sobre cuánto les durarán los buenos resultados, son líderes y han venido a quedarse.
Alonso y su magia
La lobatitis que sufre la afición de este país sobre la Fórmula 1 no nos deja ver con claridad la calidad del piloto, porque las retransmisiones de la Fórmula 1 se convierten en un monopolio de Ferrari. Nos quejamos de que el fútbol está acaparado por sólo dos grandes equipos, nos pasa lo mismo con la F1 y encima no son ni los mejores.
No lo neguemos, la tercera posición de Alonso en China es otro espejismo. Espejismo gracias a que los motores Renault dan cosica, y que los demás equipos que montan motor Mercedes o fallan en el chasis o sus pilotos no tienen la calidad de Alonso.
¿Volverá Fernando a ganar algo?
Una hecatombe tiene que ocurrir en Mercedes para que bajen el ritmo, que Renault siga sin levantar cabeza o que le corten la cabeza a Ricciardo dentro de Red Bull, porque está claro que Ferrari no tiene la capacidad de reacción suficiente. Seamos honestos, Alonso es bueno, pero los trucos de magia sólo tienen gracia una vez.