Desde sus comienzos, Porsche ha sido una marca de deportivos, que ofrecía productos para los más apasionados, para aquellas personas que querían disfrutar de una conducción deportiva y emocionante, en un vehículo que ofreciese un diseño muy atractivo. Pero los precios de un Porsche no han estado precisamente al alcance de cualquiera, y si a eso añadimos el incremento de la competencia y algunos detalles más, no es de extrañar que la marca de Sttutgart tuviese que tomar una decisión que desilusionaría a una gran cantidad de aficionados.
En el año 2002, casi en números rojos, Porsche lanzaba su “todo o nada”. Bautizado como Cayenne, éste “salvavidas” portaba todas las esperanzas de los directivos de la marca, que veían en él la solución a sus problemas. Muchos y muchas veían mal que la marca ofreciese en su gama un SUV, cuando siempre habían ofrecido únicamente deportivos. Pero finalmente, tal y como se esperaba, el Cayenne resultó ser todo un éxito, que hizo que los beneficios de Porsche se disparasen.
Se puede decir que el Cayenne se ha convertido en el modelo más vendido de la marca. El año pasado se matricularon 83.000 unidades del mismo entre todos los países en los que se comercializa, y hace cuestión de días, salía de la planta de Leipzig, lugar dónde se fabrica el Cayenne, la unidad medio millón, que corresponde a un Cayenne S diésel de color blanco, que fue recogido allí mismo por su dueño.
Como ya os hemos contado en alguna que otra ocasión, los compradores del Cayenne pueden ir a recoger su adquisición a la propia fábrica, y además probarlo en un circuito que Porsche tiene preparado junto a la misma. La marca afirma que unos 2.500 clientes optan por ésta opción, y es que a fin de cuentas, ¿por qué perderse la posibilidad de recoger tu nuevo coche de la fábrica y probarlo en un circuito especial?